lunes, 14 de abril de 2008

Instrucciones debidas para acumular instrucciones de otras vidas


Primero, consígase a un julio cortázar que escriba instrucciones (para llorar, para subir una escalera, para dar cuerda al reloj, entre otros) y hasta un par de preámbulos a estas (como el de para dar cuerda al reloj).

Luego necesitará, con urgencia, una amiga suya, creativa (de ser posible), que se dé a la tarea de dejar tareas a otros. Y entonces habrá que dejar que ella cree algo sin par: tomar a cortázar como pretexto para que cada quien, emulando al escritor, construya sus propias instrucciones sobre un tema de su interés. No recomendamos una extensión de más de una página, pues también se debe ejercitar el dominio del arte de la brevedad.

Para entonces, será mejor si cuenta usted con un grupo grande de gente al que le puede dejar estas tareas. Entre más grande el grupo, mejor. Si no los tiene, búsquese amigos, reales o imaginarios (muy creativos, por favor). Entonces, pase a sus manos esta delicada y fructífera idea: instrúyalos sobre el arte de a(r)mar instrucciones.

Conseguirá textos insospechados. Desde cómo hacer llorar a una cebolla, pasando por las que te hacen invertir tu sistema circulatorio, hasta cómo ver películas de terror (en casa). Algunas serán largas y reales; otras, cortas e impactantes. Encontrará variedad de emociones, de gajos de la realidad y de la historia humana, condensado todo en unas palabras precisas sin sonrisas perfectas. Soltará más de tres carcajadas por instrucción, excepto en aquellas que son casi historias en las que practicará las instrucciones para llorar, heredadas por el maestro argentino. Duración media para llevar a cabo la tarea tras estas instrucciones, una semana.

(PD: Gracias a los que han hecho esto posible... la niña de los unicornios, los que han hecho estas páginas que se citan -entre ellas, la de donde tomamos la foto-, y los que han acompañado estos procesos instructivos y los que faltan por existir)


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