Mucho se habla (o hablamos) del poder de una palabra. Pero quizás a veces perdemos de vista que lo más importante no radica en la palabra que nos abarca, nos etiqueta o nos representa frente al mundo. Excepto cuando, por la razón que sea, le concedemos un valor más alto que el que tiene una vida humana. Lo pienso cada vez que veo información o busco datos de Madeleine McCann.
En este rincón de la tierra es difícil que ella ocupe titulares de nuestros periódicos (acá hay casos similares constantemente, y aunque la tecnología nos acerque, Inglaterra queda todavía bastante lejos de El Salvador), pero me llama siempre la atención mediática que hay en este caso, y me impresiona todavía más que esto sea con la aceptación de los padres y con la intención de ellos de que no salga este tema de la agenda mediática.
Lo que me preocupa de todo esto es que, tras ser considerados posibles responsables de la (quizás) muerte accidental de su hija, los esposos McCann suelen dar la impresión de estar más pendientes de su imagen ante el mundo que ante su propio proceso emocional frente a la desaparición de la pequeña niña (sí, tal vez está cambiando esta idea). No me lo invento: acá todavía parece escandaloso que hayan ido en avión privado a varias ciudades europeas y un par de ciudades en África, si no me equivoco; se entrevistaron con el Papa; contrataron a un nuevo portavoz (ex editor de un periódico) y buscan abogados que tienen antecedentes de casos difíciles pero de quienes algunos dudan sobre los veredictos que logran sobre la inocencia de algunos.
No, no me lo he inventado. Sí, sigo el caso. Quiero saber qué pasó. Quiero saber cuáles son nuestros pasos como humanidad reflejados en esta situación concreta. ¿Hay esperanza? ¿Hay honestidad? ¿Hay una obsesión por "el qué dirán"? ¿Hay justicia? ¿Hay un estado que vela por la familia pero ante todo por el bienestar de los más pequeños?
No, tampoco pregunto si habrá, después, algún día. Quiero saber si esas cosas existen, si abundan, si son escasas, o si dependen de otras cosas para existir. No, no soy pesimista. Sé que existen. También sé que existirán más adelante. Pero quiero saber qué de todo esto hay en el caso de Maddie. Porque me espanta la globalidad y la naturalidad con la que nos enfrentamos ante algunas palabras, como culpables o inocentes, que en casos como estos guardan más secretos y hasta malas interpretaciones que otros momentos cotidianos. Porque me sorprende la naturalidad con la que los medios muestran, por ejemplo, el video del momento en que un supuesto padre deja a una niña china de pocos años en un aeropuerto en Australia antes de presuntamente partir a Estados Unidos, y la naturalidad con la pocos cuestionan que los papás de la niña británica hayan dejado a tres menores de cinco años solos en una habitación para irse a comer y a tomar vino con sus amigos.
De cualquier forma, sea cual sea la etiqueta que los medios les pongan a los McCann o la que cada uno de nosotros les escriba, solo ellos saben cuál de estas dos palabras los arropa cada noche y los aguarda cada día. ¿Culpables o inocentes?
martes, 2 de octubre de 2007
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1 comentario:
Una vez más me haces reflexionar sobre diversos asuntos y specialmente pensar en el vasto mundo que nos rodea y de como las relaciones de unos con otros sencillamente dependen más de la visión de los medios que de la propia asertividad o relación que como humanos establecemos. Desconozco si son culpables o inocentes, y al igual que en El Salvador, Colombia o cualquier otra nación de la América Latina, Venezuela no escapa al secuestro, ni mucho menos a la muerte de pequeños inocentes a manos de sus propios padres (ya sean accidental o intencionalmente). Lo cierto es que sobre ese caso en particular muchas, muchisimas, son las especulaciones, las dudas e incertidumbres aun sin despejar; pero es mucha mayor la parafernalia mediatica y pulicitaria que rodea el caso. ¿Cuánto estarán cobrando los padres de Maddy por los derechos de autor para publicar el libro del cual seguramente harán la película?
P.D. Hoy descubrí algo que temía: envidio como escribes (y eso me da arrecha, pero bueno, ya vos me conoceis). Saludos desde Maracaibo.
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